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viernes, 13 de enero de 2012

Analizarán GDF y SME integración de la “empresa paraestatal”


La Jornada

Bajo este novedoso esquema podrían regresar a laborar poco más de 16 mil 500 integrantes del SME que permanecen en resistencia, a 27 meses del decreto presidencial de extinción de Luz y Fuerza del Centro.

México, DF. El gobierno del Distrito Federal y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) analizarán este fin de semana los aspectos jurídicos y técnicos hacia la integración “empresa paraestatal” que funja como prestadora de servicios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Bajo este novedoso esquema podrían regresar a laborar poco más de 16 mil 500 integrantes del SME que permanecen en resistencia, a 27 meses del decreto presidencial de extinción de Luz y Fuerza del Centro.
Al término de una reunión con autoridades federales encabezadas por la Secretaría de Gobernación, Martín Esparza, dirigente del SME, dijo que la ruta es estudiar este sábado, con los enviados del gobierno capitalino, los términos jurídicos del proyecto, a fin de presentárselo el lunes al jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard. Un día después, el martes próximo, se haría lo propio con los funcionarios del gobierno calderonista.
“Creemos que hay elementos legales (para crear la empresa paraestatal). En este punto no hay problema; lo que se requiere es voluntad política”, dijo Esparza.
Aunque el gobierno federal ha dado continuidad a esta mesa de negociación que planea arrojar conclusiones el próximo 20 de enero, insistió al SME que no descarten la alternativa de formar empresas y convertirse en contratistas de bienes y servicios de la administración pública, como ocurrió con otros de sus excompañeros que sí aceptaron su liquidación de LFC.
No obstante, el SME busca que la empresa que eventualmente se constituya dé empleo a todos sus miembros en resistencia y que incluso no se limiten a la reparación o mantenimiento de la red eléctrica de la zona centro del país sino que incluso abarquen actividades de generación y comercialización de energía.
Como parte de esta mesa, se analiza además la situación jurídica de 12 integrantes del SME actualmente presos, uno en un penal federal y el resto en el Reclusorio Oriente, así como el pago de finiquitos y prestaciones pendientes.
Por lo pronto, anoche se reunieron nuevamente representantes de las tres partes. Por parte del gobierno local acudió Edgar Amador, subsecretario de Planeación, y Héctor Serrano, enviado de Ebrard.
Del lado federal estuvo Obdulio Avila, subsecretario de Gobierno y funcionarios de las secretarías de Energía y de Hacienda, así como del organismo liquidador de LFC. Y, por el SME, varios integrantes de su comité central.

La nueva filosofía del trabajo

Napoleón Gómez Urrutia
 
La cultura neoliberal ha tratado de impedir, hasta ahora con poco éxito, que los trabajadores se organicen en sindicatos y en asociaciones diversas. Ante su fracaso, han optado por mediatizar, corromper, confundir y dividir, creando una mala imagen hacia los verdaderos y auténticos líderes sociales y sindicales.
Desafortunadamente la ambición y la falta de principios y valores, además del poder del dinero, han encontrado a algunos individuos que se han prestado a convertirse en títeres de las clases dominantes, llegando a integrarse como una sola entidad entre los corruptores, los traidores o entreguistas y los funcionarios públicos cómplices de esta estrategia perversa e inmoral. Pero esta conducta sólo ha generado una de las desviaciones degradantes de la vida sindical, empresarial y gubernamental. La verdadera lucha de los trabajadores por la unidad, la lealtad y la solidaridad de clase va más allá, está muy por encima de la maldad y las complicidades desmedidas.
El futuro del sindicalismo no está en juego porque la tendencia general y natural de las relaciones laborales es y será siempre a organizarse en libertad para defender y proteger los derechos del trabajo y humanos, desde una perspectiva de solidaridad y fuerza común para que los sistemas de producción se desarrollen con tranquilidad, eficiencia y equidad.
El gobierno actual y los empresarios ambiciosos e insaciables no se han dado cuenta que el mundo los está rebasando y que están siendo expuestos como los verdaderos culpables de un fracaso económico y social que tendrá sus repercusiones en la evolución inmediata de la sociedad. Ese grave error lo ha ocasionado la misma falta de seguridad y confianza en sí mismos, de sensibilidad, de visión y de preparación de los dirigentes políticos del país y de muchos hombres de empresa que no han permitido una mayor intervención de los trabajadores en la planeación y en las decisiones productivas.
El próximo gobierno tendrá el enorme reto de corregir el rumbo y cambiar la política económica, fría y deshumanizada, por una que verdaderamente atienda, corrija y resuelva las necesidades e injusticias que padecen los mexicanos y que haga más equilibrada y racional la actividad de la nación.
El modelo tradicional de producción en México ha llegado a su límite. La economía no puede continuar creciendo con base en esquemas que privilegian la concentración ilimitada de la riqueza en unas cuantas manos y la explotación abusiva de la mano de obra. Pero el país no puede esperar y tolerar más hasta el punto en que la ignorancia y la arrogancia de unos pocos destruyan las esperanzas de la inmensa mayoría que desea un cambio a profundidad.
El diseño de una nueva estrategia tiene que ser a fondo –al igual que en algunos países como China, India, Brasil, Japón o Argentina entre otros–, donde las nuevas relaciones de producción tendrán que basarse en conceptos mucho más claros de responsabilidad social y de responsabilidad compartida entre los empresarios y los trabajadores, en toda la gama de las fuerzas productivas de la sociedad, donde se dé una apertura para incorporar formas alternativas o modelos novedosos de participación.
México requiere y va a requerir cada vez más, de una nueva filosofía del trabajo, que esté apoyada en el respeto, en la dignidad y en la intervención de los trabajadores en los procesos, planes y programas, así como en las estrategias con el esquema del crecimiento compartido. El país necesita adoptar un modelo en el que todos los empresarios vean al trabajador como un socio y no como un simple objeto de explotación o un instrumento de operación. Es necesario, al tomar las decisiones y las iniciativas, que tengan y desarrollen una mayor confianza en los propios trabajadores, quienes están preparados con su conocimiento y experiencia, con lo cual serán capaces de contribuir a un crecimiento equilibrado de la producción y a una mayor justicia.
Con esta nueva filosofía del trabajo los beneficios obtenidos se convertirán en ganancias sociales que pudieran reinvertirse en crear más empleos, fuentes y centros de trabajo, así como en una mayor eficiencia y productividad y en un desarrollo de la actividad económica con mayor equidad.
En México se ha hablado mucho de aplicar una cultura laboral, pero se ha impulsado una que está más enfocada a contener los salarios y a detener el poder adquisitivo de éstos y, por tanto, el consumo y la demanda económica de los trabajadores en el mercado, cuando debiera ser al contrario, un modelo que estimule al mercado con mayores remuneraciones y participación, ligado a estrategias específicas de productividad, para mejorar y fortalecer el poder adquisitivo de los asalariados, la capacidad de consumo, la demanda económica y el bienestar general de la población.
En otro ángulo, lo que necesitamos es una nueva cultura patronal que entienda y respete al trabajador, que a la vez comprenda la propia responsabilidad social, que no obtenga concesiones o beneficios de la sociedad sólo para lograr el objetivo de la ganancia máxima. Debe garantizarse que prevalezcan la justicia, la dignidad y la búsqueda real de la mayor felicidad posible de los trabajadores, con lo cual todos se benefician.
Esto es lo que he venido postulando como la esencia del nuevo sindicalismo del siglo XXI, que supone una nueva filosofía del trabajo y una nueva política económica.