Conteo de boletas electorales en Guanajuato.
Foto: Mario Armas
Foto: Mario Armas
La
combinación de política y dinero fue el arma privilegiada del PRI para
arrasar en las elecciones desde que tenía la Presidencia. Dos sexenios
sin ella obligaron al expartido de Estado a encontrar otras formas de
financiamiento para saturar al país de propaganda y comprar votos. Con
la elección del gobernador mexiquense Eruviel Ávila como ensayo general,
la generación de Enrique Peña Nieto armó un entramado financiero digno
de aquella a la que pertenecieron Pedro Joaquín Coldwell y Jesús Murillo
Karam. Hasta ahora los testimonios, los documentos y las denuncias del
PAN y la izquierda sobre el rebase de topes de campaña, el
financiamiento ilegal y hasta los indicios de lavado de dinero no han
derribado las barreras del calendario electoral, la carencia de
facultades legales del IFE y el TEPJF o las omisiones de las autoridades
judiciales, tras las cuales se atrinchera el priismo. Pero más datos y
pruebas siguen apareciendo…