Vesania de la Corte... El Toque Crítico de Martín Esparza
Marzo 2013
Martin Esparza Flores
Revista Siempre!
Tras
analizar en todas y cada una de sus partes el engrose de la sentencia
emitida por la Segunda Sala de la Corte con que revocó el veredicto
emitido a favor del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el 13 de
septiembre del 2012, por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia de
Trabajo del Primer Circuito, resulta perturbador inferir el grado de
descomposición moral a que han llegado, salvo sus honrosas excepciones,
los ministros de la Corte.
Pese
a que nuestra Constitución es uno de los ordenamientos jurídicos más
íntegros del mundo, los responsables de aplicar y respetar su contenido
se han convertido en un confirmado cártel de toga y birrete, y cual
implacables sicarios atropellan y despedazan todos los preceptos
constitucionales que obstruyen los dictados ordenados desde el poder.
El
desaseo jurídico no tiene límites cuando los ministros no sólo
manipularon lo contenido en artículos como el 90 constitucional, que
establece con precisión la función del presidente de la república como
jefe del Ejecutivo en el ámbito de la administración pública federal,
tanto centralizada como paraestatal, con el solo fin de justificar la
causa de fuerza mayor con que el gobierno de Felipe Calderón trató de
enmendar su craso error por justificar el decreto de Extinción de Luz y
Fuerza del 11 de octubre del 2009, bajo una supuesta incosteabilidad
financiera, hasta hoy nunca demostrada, y negar en la figura de la CFE
la sustitución patronal.
La
Ley Federal del Trabajo establece en su artículo 41 que la sustitución
patronal surte efecto a partir de la subsistencia de la materia de
trabajo. A la vista de todo el país es claro que la prestación del
servicio eléctrico se sigue desarrollando con la misma infraestructura
de Luz y Fuerza, y quien se encarga de ejecutarla es la CFE.
Por
si esto no fuera suficiente, aterra enterarse de que los ministros
tuvieron la desfachatez de argumentar que el presidente no puede ser
considerado como patrón sustituto en el conflicto del SME, porque: “Los
organismos descentralizados no forman parte del Poder Ejecutivo”.
Según
los integrantes de la Segunda Sala, lea con calma: no existe una
subordinación jerárquica entre las paraestatales y el presidente; es
decir que, llanamente, aun cuando la propia Constitución marca con
exactitud la división de poderes, “no implica que las entidades
paraestatales formen parte del Poder Ejecutivo Federal, toda vez que
dichas entidades no tienen por objeto el despacho de los negocios del
orden administrativo relacionado con las atribuciones del Ejecutivo
federal”.
En
esta absoluta subordinación con que los ministros negaron la justicia
al SME, sucede, aunque usted no lo crea, que el presidente no es el
patrón ni de los trabajadores de Luz y Fuerza, como tampoco de CFE o
Pemex.
Si
ese criterio estuviera realmente justificado en el marco
constitucional, en la Ley Orgánica de la Administración Pública o en la
de Entidades Paraestatales, entonces el responsable de haber dado por
terminadas las relaciones laborales y solicitar el decreto de extinción
hubiera sido el entonces director de Luz y Fuerza, Jorge Gutiérrez
Vera, y no Felipe Calderón.
Cúmulo
de latrocinios jurídicos que buscaron deslindar de sus
responsabilidades ante la ley, tanto al gobierno de Calderón como al de
Enrique Peña Nieto, con el fin de exentarlos de su obligación de
respetar los derechos laborales de los trabajadores del SME a través de
la sustitución patronal.
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