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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Calderón se “fusila” a Chabelo y se declara “amigo de todos los niños"

Proceso

En un semicírculo, 300 pequeños representantes de las 32 entidades federativas esperan la entrada de Felipe Calderón. Algunos desbordan alegría y los más parecen indiferentes o quizás deslumbrados por la pompa de la residencia oficial de Los Pinos, el recinto legendario que alberga al hombre más poderoso de México.
Son 300 pequeños parlamentarios, el número preciso de los legisladores de mayoría que integran el Congreso de la Unión. No hubo lugar aquí para plurinominales, para ellos no existe la representación proporcional. Ni modo.
Al presidente lo acompaña su esposa, Margarita Zavala; la presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Cámara de Diputados, Yolanda de la Torre Valdez; el presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, y los diputados de San Luis Potosí, Coahuila y Michoacán. En total, dentro del recinto hay 500 personas, entre ellos agentes del Estado Mayor.
En estos estudiantes de quinto grado de primaria, todos ellos de escuelas públicas, hay pluralidad, al menos en el color de la piel. Los hay con discapacidad, y en las breves arengas lucen más precoces –con la retórica que su escolaridad permite– ante el presidente de México.
Calderón aprovecha el escenario. Su palabra es bélica, un día sí y otro también. Durante el encuentro con el Octavo Parlamento de los Niños y las Niñas, el Ejecutivo habló una vez más de su guerra contra la delincuencia organizada. Y el público infantil terminó por reprocharle, involuntariamente, la inseguridad, la violencia y la pobreza de México.
“En México hay mal, hay mucho mal. Yo pienso que el bien existe y que el mal existe, y hay gente que hace mucho mal. Los delincuentes, por ejemplo, hacen mucho mal”, articuló un presidente que a diario habla de buenos y malos.
En medio de la polémica que se desató tras la demanda de juicio a Calderón ante la Corte Penal Internacional, por crímenes contra la humanidad, el mandatario simuló el juego legislativo, pero con variantes.
El presidente que a cada oportunidad culpa al Congreso de no aprobar las reformas que propone y, por lo tanto, de impedir el progreso de México, el presidente que ha usado en diferentes oportunidades calificativos como mezquindad y ha dicho que hay intereses ocultos que impiden las aprobaciones y, además, hace llamados constantes para que los parlamentarios trabajen, esta vez tuvo un Congreso a modo.
La niña Ángela Sofía Hernández Avilés, que fungió como presidenta del parlamento, agradeció y encomió a Calderón por su trabajo. Acto seguido, el Ejecutivo preguntó a los parlamentarios cuál creían que era la tarea del presidente. Los niños daban su opinión, con una evidente confusión sobre la división de poderes.
“Muy bien. Yo creo que ustedes están diciendo varias tareas del presidente que son adecuadas: gobernar al país, ayudar a la gente, hacer cumplir las leyes. Ahora, de estas tres, si la Cámara, si el Congreso tiene como función hacer las leyes, ¿cuál sería la principal tarea del presidente?”, insistió.
El mandatario los orientó hasta que concluyeron que su trabajo.
–¿Presidenta, está de acuerdo que procedamos a votar? Los que estén de acuerdo en que la principal tarea del presidente es aprobar leyes, sírvanse manifestarlo, levantando la mano –planteó Calderón.
– Aprobado, que la principal tarea del presidente es hacer cumplir las leyes –expuso la niña Ángela Sofía, tras celebrarse la votación.
La dinámica continuó bajo la conducción presidencial, que lejos de emular el trabajo legislativo y la separación del ámbito de competencia del Ejecutivo, simulaba a un jefe de Estado y de gobierno colocado por encima de los parlamentarios.
¿Y cuál es el principal problema del país?
“Por inseguridad hubo 98 votos, porque el problema es la economía y la pobreza (77 votos). Porque el problema es el maltrato a los niños (26) y la falta de respeto (18 votos)”, contabilizó Calderón, erigido ahora en escrutador parlamentario.
Felipe Calderón pidió a los niños ponerse a estudiar y mandó saludos para sus papás. Luego entró en materia: la lucha contra el crimen.
“Nosotros, en el gobierno, estamos obligados a combatir a los delincuentes. ¿Por qué? Porque es nuestro deber hacer cumplir las leyes y proteger a las familias”, explicó.
Calderón olvidó que su trabajo es cumplir las leyes y no hacerlas, así que les dijo cómo comportarse:
“Ustedes hagan bien, hagan mucho bien a México, ayuden a los demás, sean honestos, respeten las leyes, respeten la autoridad, respeten a los demás, y quieran mucho al país.
“Hagan mucho deporte, hagan mucho ejercicio, jueguen, diviértanse. No dejen que las papitas, las palomitas, los refrescos, les afecten en su salud, a través de la obesidad, porque de grandes pueden sufrir mucho”, instruyó.
Dolido por las críticas a su gobierno, Calderón se refirió al llamado bullying y legisló:
“Respeten a sus compañeros. No se vale el bullying. No se vale molestar a los demás, no se vale darle zapes a los compañeros ni ponerles apodos ni reírse de ellos”. Tras ello, se fusiló una de las frases del cómico de infantes Chabelo y se declaró “amigo de todos los niños”.

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