El costo político de la reforma laboral le ha subido al PRI más que el costo comercial de los huevos a los ciudadanos. No tiene forma de justificar ante la sociedad su oposición a que la reforma laboral sea instrumento para alcanzar la transparencia y la democracia sindical. El tricolor tiene incrustados en sus organizaciones y sectores a líderes charros. No sólo eso. Volvió a aliarse con la mandamás del sindicato de maestros, el más grande de América Latina. En los casi 12 años fuera del poder federal no supo —o no quiso— modernizar sus estructuras ni sacudirse las rémoras.
El daño se traslada a Peña Neto. Si la postura tricolor no cambia y la reforma laboral se congela o se le mutila el tema sindical, iniciará su mandato con una pésima señal: no hay voluntad de cambio. Y es que mantener el estatus que privilegia a los líderes charros y les permite prolongar la opacidad en el uso del patrimonio de los trabajadores y perpetuarse en la cúpula de los sindicatos, echa por tierra los tan cacareados propósitos de modernizar al país. Y para que no se quejen los priistas: la necesidad de transparencia y democracia alcanza también a los llamados “sindicatos independientes” (SME, UNT y anexas).
A propósito de los independientes. El senador Javier Lozano tuvo que tragarse toda su soberbia, que no es poca, y digerir las duras palabras que Martín Esparza, líder del SME, le dedicó en la reunión de sindicalistas con la Comisión del trabajo de la Cámara alta.
“Le traigo un saludo de las 40 mil familias que se quedaron sin trabajo…”, soltó el sindicalista. Y fue más lejos: “usted es el peor secretario del Trabajo que ha tenido este país…”. ¡Gulp!
Por la Secretaría del Trabajo han pasado Carlos Abascal, Francisco Javier Salazar, Arsenio Farrell, Adolfo López Mateos, Javier García Paniagua, Santiago Oñate, Carlos Gálvez Betancourt, Pedro Ojeda Paullada, Mariano Palacios Alcocer y hasta Porfirio Muñoz Ledo, entre otros muchos. ¿Habrá sido el peor?
En este espacio pusimos en tela de duda las verdaderas intenciones de Acción Nacional en materia de democracia y transparencia sindical. Le dimos crédito a la versión de un diputado del PRD, al que le tenemos toda la confianza, en el sentido de que, en la confidencia, Gustavo Madero le dijo a Jesús Zambrano, que los senadores del PAN iban a aprobar la minuta de la Cámara de Diputados, sin modificarla, porque era eso o se perdía la reforma. Después de publicada esa columna, hemos hablado con senadores y dirigentes del PAN, leído declaraciones y pronunciamientos en tribuna, analizado entrevistas. Mi percepción cambió radicalmente. El azul votará contra los privilegios de los charros, aun si se pone toda la reforma laboral en riesgo. Le conviene políticamente. Si se juntan con la izquierda y el Panal, tienen los números para modificarla. Suman 66 legisladores. Los senadores del PRI-PVEM-Panal son 62. “Aquí el tema es que ni el PRI chantajee ni la izquierda se me cuartee”, declaró ayer Gustavo Madero, jefe nacional del azul, en abierta referencia a lo sucedido en San Lázaro, donde mocharon de la reforma los temas que inquietan a la cúpula sindical. El diputado del PRD jura que no mintió. La charla entre Madero y Zambrano existió. Le creo. Los dos jefes partidistas se llevan muy bien. Todo cambió. El viraje azul es real. No hay demagogia. El mismísimo Madero se trasladó la mañana de ayer a la Cámara alta para pedir personalmente a los senadores del PAN su voto unánime en favor de la transparencia y la democracia sindical. “Es una bandera política del partido”, recordó a los legisladores. El jefe panista no quiere un solo sufragio en contra. Es el mandato del Consejo Político del partido y, según panistas consultados por este reportero, la voluntad del Presidente de la República. Hay profundas diferencias internas en el azul, sí, pero esa es una bandera común.
Los líderes sindicales afiliados al PRI no esconden su molestia. Joel Ayala, líder de la FSTSE comentó entre curules que si en el Senado modifican la minuta, en la Cámara de Diputados, donde sí tienen mayoría PRI, PVEM y Panal, se van a encargar de borrar nuevamente el artículo referente a democracia y transparencia sindical.
Otros, como el priista Arturo Zamora, siguen creyendo que la tan cacareada postura de los azules en defensa de la transparencia y la democracia sindical es puro show mediático. “Vamos a ver si el viraje es de a de veras”, cuestionó el jalisciense.
Los jaloneos siguen en la Cámara de Diputados. No se ponen de acuerdo en el reparto de comisiones. Lo confirmó ayer el panista Luis Alberto Villarreal. La diferencia es una Comisión que el PRI le quiere dar al Verde y que los azules reclaman como suya. El colmo. Ni siquiera saben cuál.
Ya que estamos en esto. Nos llegó la versión que la llegada de Alejandra Barrales a la presidencia de la Comisión de Radio y Televisión del Senado es utilizada por la mayoría priista para vetar la llegada de la diputada del PRD Purificación Carpinteyro a idéntico cargo en la Cámara de Diputados.
No hay duda de que Purificación tiene el perfil. Sabe del tema. Fue subsecretaria de Comunicaciones y Transportes. Pero es una crítica de la actual política de telecomunicaciones. “Nos quieren dar el corralazo”, ilustró el también perredista Fernando Belaunzarán.
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