Los dibujos de algunos de los desaparecidos durante la guerra sucia.
Foto: AP / Alexandre Meneghini
Foto: AP / Alexandre Meneghini
En el salón Jesús Reyes Heroles, el grito de “¡Desaparecidos, presentación!”, que desde hace casi cuarenta años han lanzado familiares de personas sustraídas por policías o militares durante las décadas de los setenta y ochenta, no pudo apagarse con los aplausos de empleados de la Segob que pretendieron aligerar el malestar de Osorio Chong.
El secretario presidió la presentación del libro Señores, soy campesino, una semblanza de la vida de Rosendo Radilla Pacheco, en cumplimiento de un punto de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh).
La familia Radilla esperaba que fuera un evento que resarciera el fallido acto de reconocimiento público de responsabilidad internacional del Estado mexicano durante el sexenio de Felipe Calderón, por la desaparición de líder campesino a manos del Ejército en 1974, y al cual los descendientes del luchador social no asistieron.
Una vez más, los representantes del Estado mexicano, dijo Tita Radilla Martínez, no cumplieron con los acuerdos establecidos desde hace dos meses para la realización de este evento de difusión de la vida de Radilla Pacheco.
“De última hora nos cambiaron la sede del evento; se acordó que fuera en el Museo de la Memoria y la Tolerancia, yo me enteré llegando al Distrito Federal, por ese cambio mucha gente que habíamos invitado no pudo venir, porque no se les avisó; también se acordó que hubiera una amplia cobertura de medios de comunicación, pero al final los abogados tuvieron que pelearse porque querían hacer el evento a escondidas, querían que fuera privado”, comentó decepcionada Tita Radilla, vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de México (Afadem).
Octavio Amezcua Noriega, director de defensa de la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de Derechos Humanos (CMDPDH), que representa a la familia Radilla, agregó que otro punto que no se cumplió fue darle la palabra a esa organización, en voz de su fundadora Mariclaire Acosta Urquidi.
El evento se limitó a los discursos de la subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, Lía Limón García; de Ana María Radilla Martínez y de Osorio Chong, en ese orden.
Aun cuando en el primer discurso, la subsecretaria se refirió a una “disculpa pública y sentida por parte del Estado mexicano, en un momento que además confirma el derecho que se tiene a la verdad”, el titular de la dependencia de plano evitó referirse a los crímenes de Estado cometidos en el pasado, cuando gobernaba el PRI, y habló de ver hacia el futuro.
En su discurso, que inició dirigiéndose a Emilio Álvarez Icaza, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ausente en el evento, Osorio Chong aseguró que Rosendo Radilla ya forma parte de la historia, pero que “no es el momento de quedarnos atrapados en el pasado, pero sí de cuestionarlo con objetividad y seriedad para crear un mejor porvenir”.
A unos días de que la Segob admitió la existencia de casi 27 mil desaparecidos durante el sexenio de Felipe Calderón, el titular de la dependencia dijo que “México es distinto al que fue en aquellos años de Rosendo Radilla; hoy tenemos una sociedad más abierta una sociedad más crítica participativa e informada; tenemos mayor transparencia y rendición de cuentas en materia de derechos humanos”.
En un país donde no se ha esclarecido ninguna de las mil 300 desapariciones del pasado ni las casi 27 mil de la guerra contra el narcotráfico que impulsó Calderón, Osorio Chong sostuvo que con el impulso que ha dado la familia Radilla para el cumplimiento de la sentencia de la Coidh y que se realicen las investigaciones –no concluidas—“seguramente se podrán evitar, podremos evitar que (las desapariciones) vuelvan a ocurrir”.
Previo a la exposición del secretario, una de las hermanas Radilla, Ana María, dejó en claro que lo más importante es la localización de éste, sino de cientos de desaparecidos de la “guerra sucia”, época en la que Atoyac fue el municipio más castigado, con cerca de 400 desaparecidos, de los más de 600 casos registrados en Guerrero.
Radilla Martínez responsabilizó al Estado mexicano de mantener la impunidad que obstaculiza la justicia para los crímenes del pasado y el presente.
“La impunidad en la que permanecen las violaciones de derechos humanos tienen que ver con el trabajo permanente del Estado para evitar que se haga justicia, trayendo la guerra sucia hasta nuestros días”, dijo Ana María.
La hija del desaparecido líder campesino exigió investigaciones “efectivas para la localización de Rosendo y de los desaparecidos de la época”, así como sanciones penales para los responsables de las desapariciones forzadas.
Al término de su participación, en medio de los aplausos, de pie los familiares de desaparecidos de la “guerra sucia”, exigieron su derecho a saber qué ocurrió con sus seres queridos: “¡Desaparecidos, presentación!”
Fuera del recinto, Rosendo Radilla Martínez, testigo de la detención de su padre por soldados del Ejército Mexicano, aquel 25 de agosto de 1974, se refirió al momento en que Osorio Chong se vio desconcertado por los gritos de los familiares de las víctimas.
“Fue un receso para el alma, ver a esos señores escuchándonos, fue como echarles aunque sea una piedrita. (El evento) no fue lo que esperábamos, pero vamos a seguir adelante, no vamos a descansar hasta que tengamos los cuerpos con nosotros”, puntualizó Rosendo Radilla.
En el estrado, con Osorio Chong, estuvieron presentes el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia Villanueva; y el subsecretario de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo.
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