Periódico La Jornada
Lunes 4 de marzo de 2013
Lunes 4 de marzo de 2013
“Aquí no van a entrar.
Aunque el gobierno nos mate, no va a entrar. Lo vamos a pelear por
nuestros hijos. No queremos terrenos para los eólicos. No queremos
partidos, ni PAN, ni PRD, ni PRI… Si matan a uno o dos se van a levantar
más, porque no estamos solos. Ellos dividen a la gente y crean odio,
pero ahora ya no les tememos. Ellos mismos nos enseñan a no tener
miedo.”
Así dijo La generala en Álvaro Obregón, en el Istmo de Tehuantepec, cuando llegó la caravana de solidaridad.Mareña Renovables no es sólo la fachada de capitales trasnacionales. Es el símbolo del esquema cada vez más extendido de acumulación por desposesión. La lucha de esos comuneros es también nuestra lucha.
“El proyecto está contra los campesinos, los pescadores, los mototaxis, contra los iguaneros, los chiveros, los ganaderos… A todos los están chingando… Dice el gobierno que el terreno no sirve, que son puros chaparrales. Pero en tiempo de aire ahí se tiran las hojas y come el ganado. En el monte hay iguanas, conejos, chachalacas. En la laguna hay camarones y todo tipo de pescado. Nosotros somos campesinos; tenemos nuestras siembras.
“La isla y el mar son de todos. Ahí tenemos la vida como fuente de trabajo, ahí pescamos atarraya, chinchorro, pescado… La Cocei nos tenía pisoteados… Llegaron hasta senadores, como el Héctor Sánchez que iba a ser gobernador, pero por lo transa perdió… Ahora despertamos y los viejos decidieron.
“Cuando empezaron a repartir una lanita nos dimos cuenta qué clase de gente nos estaba engañando, de qué clase de gente se trata. Ahí empezó la lucha.
“Nos atacaron con los estatales, aunque nosotros no somos delincuentes ni narcotraficantes. Somos gente humilde y no tenemos dinero para comprar armas. Lo que tenemos es machete, hulera y piedra, pero no somos asesinos. Los correteamos, sólo los magullamos, porque ellos no tienen la culpa, ellos son compañeros. La culpa la tienen los que mandan.
“No nos van a engañar. Les dijimos: si quieren agarrar la barra de Santa Teresa mejor que nos maten de una vez. ¿Para qué vamos a estar como África con niños muriendo de hambre? Los políticos llegan y prometen cosas. Ahora prometen que Álvaro Obregón va a brillar de pavimento. Pero entra Mareña y ¿de qué nos sirve? No vamos a comer pedazos de pavimento. Ahora los partidos dan repellado y pinturas para las casas. ¿Vamos a comer el piso firme? En el mar nunca falta. Si se va el mar, ¿de qué vamos a vivir? Por eso no vamos a dejar que Mareña entre, primero que nos mate a nosotros, los indígenas.
“Nosotros ya somos ancianos, ya estamos esperando que nos
lleve Dios, pero hay niños y niñas que vienen atrás. Cómo los vamos a
dejar… Aquí estamos hombres, mujeres, niños, niñas, de todos, parejo
estamos, hasta de tres años, de cinco… Por eso no tenemos miedo. Vamos a
morir aquí por nuestros hijos, por nuestros nietos, porque cuando nos
vayamos ellos se quedan con el mar, se van a mantener del mar.
Estamos contentos con la caravana, porque otros lados nos están apoyando, no somos nomás nosotros. Que sepa el gobierno que no estamos solos aquí en Álvaro Obregón. Nosotros vamos a retirar de aquí a la Mareña. Así es la vida. La vida es la lucha.
En verdad no están solos. Docenas de organismos civiles suscribieron apenas un desplegado en que denuncian
contratos viciados de nulidad, leoninos, obtenidos mediante engaños, sin el consentimiento de los dueños de los territorios y recursos naturales. Señalaron también que
mientras persistan las graves violaciones que dieron origen a la resistencia tenaz de los pueblos indígenas, y no se abone en la reconstitución del tejido social en las comunidades afectadas, seguirán profundizándose las diferencias entre los pueblos y cualquier consulta que se haga carecerá de validez.
En las campañas gubernamentales y en la escandalera de las empresas se insiste en defender este proyecto colonial por ser
verde: sólo unos bárbaros ignorantes pueden estar contra la generación de energía limpia, que les traerá una derrama económica importante. La verdad es que sólo la incompetencia criminal y corrupta puede otorgar permisos de impacto ambiental en este caso. El daño que se causaría a las lagunas costeras, las aves migratorias y todo el ecosistema es inmenso. Y la
derramacorruptora representa un pago de 12 pesos mensuales por hectárea…que en nada contribuirá a las condiciones de vida de la gente, a la que se despojaría de una forma de vida. Como dice La generala, el pavimento no se come…
Esta lucha es en verdad nuestra lucha.
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