Emergencia nacional ante la violencia

Revista Los Trabajadores UOM
La situación inédita que vive el país, obliga a reflexionar seriamente sobre las causas y efectos de una realidad que amenaza volverse catastrófica. Tal fue el propósito de la convocatoria lanzada por diversos organismos de la sociedad civil, cuyo primer paso fue la reunión que se realizó el sábado 22 de octubre, bajo el lema “Encuentro de paz ante la emergencia nacional”.
Los convocantes, entre ellos los sacerdotes Raúl Vera López y Miguel Concha, así como la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos, mostraron su preocupación por la violencia en varias regiones del territorio nacional, así como su dolor ante los llamados “daños colaterales” de la “guerra” contra el crimen organizado. Puntualizan que construir condiciones de paz “se ha convertido en una lucha prioritaria y convergente que debemos vincular con nuestros diversos procesos y agendas”.
En efecto, si no prevalece el Estado de derecho por encima de políticas públicas de coyuntura, será imposible garantizar condiciones de estabilidad y gobernabilidad que sirvan de punto de apoyo al desarrollo social que tanto urge impulsar en México. Abatir la violencia es un objetivo irrenunciable en esta etapa, cuando ha quedado demostrado que el uso de las armas no es el medio idóneo para frenar ni mucho menos liquidar al crimen organizado.
Es muy ilustrativo que no obstante el cuantioso número de muertos en las luchas de las fuerzas gubernamentales contra bandas delictivas, el problema en vez de disminuir se ha recrudecido al paso del sexenio. También es muy significativo que en vez de reducirse la producción y trasiego de enervantes, ha ido en aumento, según reportes de la ONU y agencias oficiales estadounidenses. Llama la atención que un influyente diario como el The Washington Post, afirme que México es ahora el segundo productor mundial de heroína, después de Afganistán.
Esta realidad es alarmante bajo cualquier punto de vista, sobre todo teniendo en cuenta el riesgo, siempre latente, de que Estados Unidos encuentre motivos para tratar de influir en los asuntos internos de nuestro país. De ahí el imperativo de que la sociedad civil se organice y asuma su responsabilidad de salvaguardar el futuro de la patria, en riesgo muy serio en la actualidad por la dramática descomposición del tejido social.