Sicilia y Obrador en el Castillo de Chapultepec.
Foto: AP / Eduardo Verdugo
Foto: AP / Eduardo Verdugo
López
Obrador respondió a Sicilia que no lo podía meter en el mismo saco que
otros políticos corruptos y represores porque él tiene más de 30 años
luchando por los derechos humanos.
También advirtió al dirigente
del Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) que su posición de
invitar al voto nulo o en blanco sólo beneficiaría al régimen y al
Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Molesto, Sicilia
exigió al tabasqueño no levantarle falsos, dijo que el no encabeza
ninguna campaña en pro de la anulación del voto.Así, del minuto de silencio con que empezó al mediodía el encuentro entre el aspirante presidencial del Movimiento Progresista y las víctimas que integran el Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad, al final se impuso un muro de mutismo entre los asistentes al alcázar del Castillo de Chapultepec por el desencuentro registrado entre López Obrador y Sicilia.
Sin embargo, desde el arranque del acto se presagiaba la diferencia de posiciones: López Obrador no aceptó el beso en la mejilla que Sicilia le iba a plantar a su ingreso al Alcázar.
Con una sonrisa forzada, el aspirante presidencial sólo aceptó un abrazo fuerte y luego se dirigió a su asiento acompañado del líder nacional del PRD, Jesús Zambrano.
Previo a ello, los integrantes del MPJD estaban extrañados con López Obrador porque hasta última hora confirmó su asistencia.
De hecho, minutos antes de la cita se enteraron de que ya había llegado el candidato acompañado apenas de su jefe de prensa, el líder del PRD y su jefe de escoltas.
Luego del minuto de silencio en memoria de las víctimas, la joven Coral Rojas, hija de Eva Alarcón, desaparecida en noviembre del año pasado, junto con Marcial Bautista, ambos de la organización Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán, cuestionó al tabasqueño:
“Le preguntamos candidato, ¿a qué se va a comprometer aquí ahorita? Las víctimas no han aparecido en su agenda, o es que los desaparecidos no importan”.
En tanto, María Ignacia González, madre de los desaparecidos Andrés y Braulio hace un año en Tamaulipas, dijo a López Obrador que le había pedido a Dios tenerlo cerca para decirle que fuera más sensible con las víctimas:
–¿Qué haría si le desaparecieran, torturaran o asesinaran a un hijo? –inquirió la mujer entre lagrimas.
Enseguida Sicilia fijó el posicionamiento del Movimiento de Paz.
“Para muchos, usted significa la intolerancia, el resentimiento político, la revancha sin matices, el mesianismo, la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las colusiones de su partido que, incluso contra la mejor tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a comunidades indígenas de Chiapas y Michoacán y a estudiantes de Guerrero”, soltó el poeta a López Obrador quien, molesto, observaba a Sicilia golpeando con los dedos la mesa y meciendo el pie derecho.
“Significa también componendas con represores del pasado, y Bartlett es sólo la punta del iceberg”, prosiguió Sicilia ante la evidente molestia del tabasqueño.
Insistió en su discurso en que el país se enfrentaba a una encrucijada en estas elecciones y que cualquiera que gane tendrá un país desgarrado en su tejido social.
“Hoy parece que las urnas electorales no alcanzarán a responder a los sueños rotos de la patria”, advirtió el poeta.
En
respuesta, López Obrador exigió en tono duro que no lo consideraran un
político soberbio ni mesiánico y se comprometió a resolver la violencia
en el país desde sus causas: el desempleo, la corrupción y la impunidad.
“No
me pueden meter en el mismo costal, no es soberbia, es que yo me formé
de otra manera, no soy político mentiroso, corrupto, llevo 35 años
luchando por mis ideales, por mis principios, y empecé trabajando en
comunidades indígenas”, recordó.
El aspirante presidencial también
recalcó que ha defendido los derechos de la gente desde antes de que
existiera la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y las
organizaciones sociales que hoy enarbolan esa bandera.
“No soy
autoritario, no soy mesiánico, no soy nada de eso que tú mencionas y que
han utilizado los que no quieren un cambio en este país. Puedo voltear a
ver a los ojos a todos, no tengo nada de qué avergonzarme, entiendo muy
bien el problema, lo hago mío todos los días, porque todos los días
hablo con la gente”, contestó a Sicilia.
López Obrador dijo que no
era un burócrata de la política porque desde joven ha luchado al lado
de los indígenas y, en los últimos meses, se ha dedicado a recorrer el
país para escuchar a la gente.Aprovechó el momento para sostener que no ve otra salida para el país que la vía electoral y que le parecía inaceptable que descalificaran a todos los políticos por igual, profiriendo que no hay alternativas.
Y cuestionó a Sicilia: “¿Vamos a seguir haciendo sólo análisis de la realidad sin transformarla?”, para luego invitarlo a reconsiderar su posición de no votar por ningún candidato en esta elección presidencial.
Fue a partir de ahí que el desencuentro se profundizó. Sicilia replicó a López Obrador, le dijo que entre los integrantes de su partido, el PRD, hay hostigadores y fascistas. Le recordó que también ha habido casos de corrupción y que no se ha hecho nada al respecto.
“Si hablamos de hostigamiento y amor, quiero enseñarle que he sido hostigado por sus correligionarios: es a fuerza con ustedes o a fuerza”, se quejó Sicilia.
El poeta también dijo al candidato que lo respetaba pero le pidió escuchar: “Yo le pido también autocrítica, no es con usted, señor López Obrador, veo muchas gentes que lo apoyan con un espíritu fascista”.
Antes de salir del acto, López Obrador asumió las propuestas del Movimiento de Paz, como abordar el problema de la drogadicción como un asunto de salud; cambiar la estrategia militar en el combate al crimen organizado, y atacar la raíz el fenómeno investigando el lavado de dinero.
Pero
al final hubo un silencio pesado. Algunos se despidieron con abrazos y
muestras de apoyo a López Obrador, mientras que otros daban palmadas a
Sicilia, señalándole que no sintieron al candidato de la izquierda
solidarizarse de corazón con el dolor de las víctimas.
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