Samuel Maldonado B.Martes 16 de Octubre de 2012
cambiodemichoacan.com.mx
¡Su esquizofrenia política y su torpeza administrativa han sido factores
fundamentales que incidieron para que el país dilapidara
incuantificables recursos económicos, pero sobre todo, que perdiera una
riqueza y un capital humano de dimensiones nunca tenidas en todo el
tiempo transcurrido desde mediados del siglo pasado, hasta nuestros
días! Pero no solamente la anterior afirmación es de un significado
trágico y lamentable, pues a sólo mes y medio de terminar su angustiada y
deplorable administración, como se decía en un viejo programa
televisivo dominical de distracción popular… ¡Aún hay más!
Como recordará el lector -antes se sabía y hoy se confirma- que
arbitraria e ilegalmente, la administración federal conducida por
Calderón, simple y locamente procedió a cancelar las relaciones
laborales que tenía el gobierno con los trabajadores de la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro, alegando que la misma tenía pérdidas anuales
millonarias, sin considerar que el propio gobierno encargado de esta
empresa era el directamente responsable de su operación y manejo.
Con esa ligereza en la toma de decisiones que lo identifica, Felipe
arrojó a la calle a más de 40 mil trabajadores pertenecientes al
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y provocó graves problemas no
solamente en el suministro y distribución de la energía eléctrica sino
también económicos, que le han significado al país y a los usuarios del
servicio en los estados de México, Puebla y otros, pérdidas difíciles de
recuperar.
Las fallas eléctricas tenidas, como ya se tiene más que documentado,
fueron por la ineficacia y falta de mantenimiento de las líneas de
transmisión y distribución y a la poca capacidad de los nuevos
operadores y técnicos contratados, pues la materia de trabajo nunca pudo
ser eliminada. A los daños económicos y materiales sufridos, se suman
las cantidades que, tanto por despido injustificado como por
jubilaciones aceleradas tuvieron que ser ejercidas por el gobierno
federal.
El SME, uno de los sindicatos más significativos, combativos y
seguramente el más antiguo de México, se inconformó por tal medida y
denunció públicamente que la decisión presidencial de acabar con la
Compañía de Luz y Fuerza del Centro era ilegal, autoritaria e
irrazonable. Ahora, tal vez para enojo del michoacano, después de una
lucha de casi tres años, se le da la razón al SME y consecuentemente el
gobierno federal, salvo que continúe encaprichado por el revés recibido,
tendrá que recular y corregir al menos en parte, los enormes perjuicios
provocados por tan errónea e inequitativa medida tomada.
Cuarenta y cuatro mil trabajadores fue el saldo inicial de tan drástica y
fútil medida que obligó a cubrir la indemnización de veintitantos mil
sindicalizados. En la otra cara de la moneda, ciento y tantos mil los
muertos provocados directa e indirectamente por una guerra iniciada
inconscientemente -y todo para legitimarse- que ha ensangrentado a
nuestro país, en la que se han invertido en armamento y en salarios,
sumas con las que se hubiera podido pagar todo el endeudamiento que
tienen los estados en conjunto.
Sumas archimillonarias sin duda, a las que se agregarán otros miles de
millones de pesos por concepto de salarios caídos y demás prestaciones
de 16 mil 500 empleados que, de respetarse los laudos judiciales, el
gobierno tendrá que liquidar, además de reinstalar a aquellos que
resistieron la furiosa embestida de un gobierno alejado de su pueblo.
Cuando menos, con esta medida habrá de ufanarse mi paisano de que al
final de su larguí… sima función, pudo generar algunos empleos.
Indudablemente que la lucha emprendida por los trabajadores les trajo
daños colaterales al cortárseles de tajo el salario correspondiente.
Ignoramos cuántos de ellos padecieron y fallecieron como consecuencia de
la desesperanza y del coraje de ver desaparecida de la noche a la
mañana su fuente de empleo. Pudiera afirmar sin temor a equivocarme que
entre las familias de los trabajadores también hubo daños colaterales
que no podrán ser resarcidos y lamentable será que los culpables
directos de tal desastre no paguen sus irresponsabilidades cometidas.
¡Mal comenzó Felipe al entrar por la puerta trasera del Palacio
Legislativo! y “¡Quien mal anda mal acaba”!, reza un viejo dicho
atribuido a Juan Ruiz de Alarcón, y sí, efectivamente, por el poder que
todavía detenta no será castigado, tal vez…, algún día… su
administración podrá ser enjuiciada. |
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