Martín Esparza Flores | Revista Siempre No. 3109
Cuidando
de ocultar el rostro de las firmas extranjeras que en el gobierno de
Felipe Calderón terminaron por adueñarse de la generación de energía
eléctrica en el país, el informe sexenal 2006-2012 de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) establece que una de las estrategias
planteadas en el sector fue la realización de inversiones privadas en
proyectos como la construcción de centrales de generación que,
tramposamente y según la pasada administración, “no constituyen
servicio público”.
De
tal suerte que los llamados Productores Independientes de Energía (PIE)
tuvieron la puerta abierta para hacer rentables y seguras inversiones a
través de la figura de los Pidigeras (Proyectos de Infraestructura con
Impacto Diferido en el Registro del Gasto), obteniendo de paso el
compromiso inquebrantable de la CFE para comprarles, al precio por
ellos convenido, la energía generada. Es decir, que la
desnacionalización y privatización del sector fue una de las prioridades
del expresidente.
Y
si bien el informe rendido por Jaime González Aguadé, último director
de la paraestatal, se guarda de llamar por sus nombres a los
beneficiarios con las jugosas concesiones, no puede soslayarse en su
informe de inversiones el alto costo que tal modelo de inversión privada
tuvo para las finanzas públicas al favorecer, sobre todo, a firmas
trasnacionales como Iberdrola, Mitsubishi y otras muchas, al grado de
haber representado en 2011 un monto superior al registrado por la
propia CFE.
Según
los reportes oficiales rendidos por la entidad, mientras en 2007
canalizó para proyectos de inversión en la industria eléctrica nacional
23 mil 145 millones, para 2011 la cifra apenas llegó a los 35 mil 119
millones; en contraparte, en 2007 los Pidiregas de la paraestatal
sumaron 12 mil 993 millones de pesos, para llegar en 2011 a la suma de
38 mil 365 millones de pesos, es decir, tres mil millones por encima de
las inversiones asignadas a la CFE en su carácter de empresa pública.
Los
costos por concepto de amortización de los Pidiregas también se
dispararon, pues mientras en el 2007 ascendían a siete mil 541 millones
de pesos, en 2011 alcanzaron la cifra de 14 mil 643 millones de pesos.
Importante destacar también que la inversión “fuera de presupuesto” que,
de acuerdo con el documento de la CFE, concierne a la realización de
obras cuya ejecución se encomienda, previa licitación, a empresas
privadas, también se elevó de forma significativa pues mientras en el
2007 tan renglón reportaba inversiones del orden de los 12 mil 992
millones de pesos, en el 2011 llegó a la cifra récord de 36 mil 365
millones de pesos. Poniendo en duda los supuestos estándares de
eficiencia de la empresa que, como se demuestra con sus propios
informes, entregó la materia de trabajo a contratistas privados,
endosando el costo a las finanzas públicas.
Los
reportes de Comisión Federal de Electricidad (CFE) respecto a la
“Generación Bruta de Energía” del periodo 2007-2011 son indicativos de
cómo la paraestatal ha cedido terreno en el área de la generación a los
privados, al grado de que en el 2011 los particulares agrupados en las
figuras de productores independientes, permisionarios,
autoabastecimiento y cogeneración, ya producían 143,903, 30
Gigawatts-hora, contra 257, 395, 00 Gigawatts-hora de la CFE; es decir,
más del cincuenta por ciento generado por la entidad pública, lo que
demuestra el inobjetable desplazamiento dentro del sector eléctrico
nacional.
Indudable
que, al analizar los datos reportados por la CFE al jefe del Ejecutivo,
Enrique Peña Nieto, se le presenta el insalvable dilema de optar por
el rescate y fortalecimiento de la industria eléctrica, nacionalizada
por un presidente patriota como lo fue Adolfo López Mateos, cuyo
objetivo fue utilizarla como un área estratégica para el desarrollo del
país, o terminar sepultando los principios de tan ilustre mexicano al
permitir que continúe la silenciosa privatización del sector eléctrico,
por la puerta de atrás, como fue el estilo de los gobiernos panistas.
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