El terrible diagnóstico que hace sobre el PRD uno de los aspirantes a encabezarlo parece tener mucho mayor peso que su propio optimismo para rescatarlo. Si bien la claridad de Marcelo Ebrard acerca de la crisis interna y de legitimidad del perredismo es meridiana, no acierta a proponer fórmulas convincentes para salvarlo de la involución autodestructiva. En entrevista con Proceso, el exjefe del gobierno capitalino advierte: la cercanía excesiva del PRD con Enrique Peña Nieto llevará a este partido al desastre, o de plano a convertirlo en partido satélite.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A 24 años de su fundación, el 5 de mayo de 1989, el Partido de la Revolución Democrática apenas “es la sombra de lo que quería ser”, asegura Marcelo Ebrard, aspirante a dirigir este dividido instituto político.
En entrevista con Proceso el exjefe de Gobierno del Distrito Federal añade que el PRD vive “el peor momento” de su historia después de que en el 2006 “estuvo con un pie en Palacio Nacional” aunque el panismo y los poderes fácticos “hicieron tranza y media para impedirlo”.
Una semana antes del Congreso Nacional perredista, que se celebrará del 21 al 24 de este mes en Oaxtepec, Morelos, acepta que el PRD está en vías de convertirse en un “partido satélite cada vez más cerrado a la sociedad, porque una parte de la izquierda se siente gobierno de coalición”.
Ahora presidente de la Red Global de Ciudades Seguras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ebrard señala que los legisladores del PRD han perdido todas sus propuestas de reformas estructurales, aunque falta la energética, respecto de la cual, dice, sería el colmo si algún diputado o senador perredista vota a favor de la iniciativa priista.
Explica: “Creo que el PRD trae una confusión estratégica importante. Me refiero a la dirección actual. Están actuando como si fueran un gobierno de coalición, preocupándose por quitarse la imagen de que el PRD se ha opuesto a la mayoría de las iniciativas del gobierno en turno. Se pasaron al otro extremo: O sea, de la línea de no aprobemos nada –porque cualquier cosa que provenga del gobierno es espantoso, pecaminoso, sin importar su contenido– al hay que acordar todo a cualquier precio”.
Esta crítica alude a la participación del dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, y de otros miembros de su corriente, Nueva Izquierda, en el Pacto por México, firmado con el PRI, el PAN y el gobierno federal sin el aval de otras expresiones internas del perredismo.
Ebrard considera que el PRD debe empeñarse en recuperar su papel opositor, lo que, aclara, no significa que se vuelva vociferante o no pueda lograr acuerdos con el poder político.
“Ser oposición quiere decir que estás preparándote para la alternancia en el poder, que tú eres la opción para la mayoría. Eso es”, puntualiza.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1933, ya en circulación)
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