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sábado, 20 de octubre de 2012

CFE, una ‘luz’ a la que le queda poco tiempo de vida

CFE, con los mismos lastres que Luz y Fuerza.CFE, con los mismos lastres que Luz y Fuerza. Cuartoscuro
Después de la extinción de LyFC hace 3 años, la CFE tomó las riendas en la producción y distribución de energía eléctrica en la zona centro del país. Hoy enfrenta altos pasivos laborales, subsidios crecientes, así como pérdidas que ponen en duda su viabilidad. Cuando mucho, le quedan dos sexenios de vida.

Roberto Arteaga/ Nicolás Lucas/ Francisco Muciño. elfinanciero.com.mx

Aquella noche parecía como cualquier otra en el país, pero a las 23:00 horas del 10 octubre de 2009, la Policía Federal realizó un operativo para ocupar simultáneamente las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) en la Ciudad de México, Necaxa, Cuernavaca, Pachuca, Pedregal y Lechería. La vigilancia en las plantas era mínima. En ese momento la atención estaba puesta en el partido de futbol entre México y el Salvador, que terminó 4-1 a favor del combinado nacional.


Mientras la policía ocupaba las instalaciones, a la medianoche se dio a conocer el decreto del gobierno federal con el que se extinguía Luz y Fuerza del Centro (LyFC) y asumía la Comisión Federal de Electricidad (CFE) las operaciones de sus plantas.

Al día siguiente, el presidente Felipe Calderón emitió un mensaje en cadena nacional en el que enumeraba las razones por las que se liquidó a la compañía: la ineficiencia en la operación, las pérdidas crecientes y los pasivos laborales hacían inviable a la compañía pública, por lo que la Ley Federal de Entidades Paraestatales respaldaba la extinción, afirmó el jefe del Ejecutivo.

Hoy, hace 3 años que se le liquidó a LyFC y la CFE tomó su lugar, pero esta paraestatal padece síntomas similares a los de su antecesora: pérdidas anuales, crecientes pasivos laborales y subsidios onerosos aplicados a las tarifas eléctricas que ponen en riesgo el funcionamiento de la conocida como 'Empresa de clase mundial'.

La modernización tecnológica y la eficiencia en las operaciones de la CFE, con miras a reducir los costos de la producción de energía eléctrica, podrían ser el último llamado para que la luz vuelva a brillar para la paraestatal.



Pesados lastres

Una de las razones por las que se liquidó a LyFC eran sus altos pasivos laborales: la deuda para cubrir los beneficios de los trabajadores ascendía a 240,000 millones de pesos (mdp), de los cuales, 160,000 mdp eran para personal jubilado. En total, la empresa tenía 44,504 empleados, de acuerdo a un diagnóstico de la Secretaría de Energía (Sener) sobre la extinta empresa pública, elaborado en 2009.

La CFE, con una planta laboral mucho mayor para dar servicio a todo el país, cuenta con 123,143 trabajadores, por lo que sus pasivos laborales son mayores, los cuales aumentaron exponencialmente: de 2006 a 2012, la deuda por este concepto pasó de 208,730 a 448,102 mdp, un incremento de más de 114% en sólo 6 años.

Los crecientes pasivos hicieron que la CFE instara al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) a firmar un convenio sobre el régimen de pensiones, para que los gastos fueran menores para los trabajadores que entraran con posteridad a la empresa.

Pero no es el único rubro que ha crecido aceleradamente y afecta la rentabilidad de la CFE. El subsidio a las tarifas eléctricas pasó de 46,636 a 83,383 mdp, un incremento de 80% de 2001 a 2011, gasto destinado para que los consumidores no pagaran el precio real de la producción de electricidad.

“Los subsidios a la energía envían señales equivocadas a los usuarios de la energía, causan el desperdicio de recursos no renovables, tienen impactos ambientales negativos y, por mucho, no son el mejor vehículo para apoyar a los mexicanos más pobres”, indica David Shields, analista de temas energéticos en un artículo publicado en el sitio Energía a Debate.

También las pérdidas crecientes son otra señal de alarma. De tener ganancias de 809 mdp en 2010, en 2011 tuvo pérdidas de 17,168 mdp. En 2008 éstas llegaron hasta 19,510 mdp.

El pasado 24 de septiembre, el ex presidente de la Comisión de Energía del Senado, Francisco Labastida, dijo en el marco del Congreso Nacional de Escuelas y Facultades de Derecho, que la situación actual de la CFE puede llevarle a convertirse en “la nueva Luz y Fuerza del Centro”, y al paso que crecen sus pasivos y pérdidas, podría quebrar en 8 años.

Hay quienes le dan más tiempo de vida, aunque no tanto. Un alto funcionario de la Secretaría de Energía (Sener) comentó que, bajo las condiciones que se encuentra actualmente CFE y, si todo sigue igual, a la paraestatal no le quedarían más de dos sexenios.


El vicio de las paraestatales

Pese a las pérdidas que arrastran las paraestatales, como es el caso de la CFE, estas empresas pueden mantener su funcionamiento gracias a que el gobierno es el garante de sus operaciones, pero esto puede convertirse en un peligro para el mismo Estado si no se garantiza un justo equilibrio en su desempeño, opina Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México.

Este es el “vicio” de las empresas del sector público: “Al no poner un límite al endeudamiento de las empresas propiedad de la nación, se genera un efecto perverso, ya que no se dan las inversiones en el tiempo y profundidad requerida, lo que hace que la empresa pierda su eficiencia económica. Es congruente el endeudamiento toda vez que fortalezca el proceso de producción; si no es así, no está justificado y tendrían que ponerse candados importantes para que eso no suceda”, resalta la académica.

La solución para mejorar las condiciones actuales de la CFE, dice Armenta, se encuentra en la mejora de sus procesos productivos, lo cuales puedan permitir la reducción de sus costos en la producción de energía eléctrica y no en eliminar los subsidios.

“En la medida en la que podamos actualizar tecnológicamente la generación eléctrica en el país, eso mismo le va a marcar a CFE una condicionante para evolucionar”, opina.


Se ponen las pilas

Con tantos lastres enfrente, el gobierno quiere ponerse las pilas para cambiar el panorama en el sector energético. De 2007 a junio de 2012, se invirtieron en la industria eléctrica 237,413 mdp, que se traduce en un incremento de 15.7% en relación con los 204,454 mdp que se invirtieron desde 2001 a 2006, según el último informe de la Sener en la actual administración.

Ante la solicitud de entrevista a la Sener y a la CFE para conocer su opinión, la primera declinó dar opiniones por cuestiones de agenda, mientras la segunda no respondió a la solicitud.

Ahora, estos lastres de la paraestatal serán la herencia del próximo gobierno de Enrique Peña Nieto: tanto la problemática de modernización y eficiencia, como el conflicto laboral, inconcluso tras la liquidación de LyFC.

El consumidor no salió beneficiado de la desaparición de Luz y Fuerza, y el conflicto sigue vigente, asegura en entrevista Martín Esparza, líder del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Incluso, advierte que la problemática del sector energético será una de las herencias que reciba el próximo gobierno. A Enrique Peña Nieto, dice, le “tocará resolver a la brevedad el conflicto”.


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